Adoptamos el nombre de «La Ruta de los Huracanes» en honor al cuarto viaje que realizó el almirante Cristóbal Colón a las Indias en el que tocó, entre otros lugares, las costas de Cariay (actual Puerto Limón en Costa Rica) y el archipiélago de las Bocas del Toro en Panamá. Una aventura con tormentas, naufragios, amotinamientos y escaramuzas indígenas en la que realidad superó a la ficción.

Costa Rica está considerada hoy en día como la capital del ecoturismo de aventura de América Central. Su biodiversidad es mayor que la de EEUU Y Europa juntas. Su reducido tamaño permite pasar de un paisaje a otro con relativa facilidad.

Los costarricenses o ticos, como les gusta que les llamen, reciben a los viajeros con el curioso y pegadizo saludo de «pura vida» y en esta nueva edición de «Proyecto Argo» descubrimos porqué.

Volamos desde Madrid a San José, capital del país y corazón de la cultura tica. Desde allí partimos hacia la Reserva Biológica de La Tirimbina para tener nuestra primera toma de contacto con la naturaleza salvaje, no sin antes realizar la increíble Ruta de las cascadas azules.

En La Tirimbina nos enfrentamos a un adrenalínico rafting en el río Sarapiqui y para completar el día realizamos una marcha nocturna con el propósito de observar y escuchar la vida en el bosque lluvioso cuando oscurece.

Nuestro siguiente destino fue Cahuita, de camino visitamos un centro de investigación, protección y rehabilitación de perezosos y navegamos por el río Estrella para observar estas curiosas criaturas en su hábitat natural en la selva tropical.

Recorrimos el Parque Nacional Cahuita con su denso bosque tropical húmedo y sus playas de belleza singular, donde pudimos disfrutar de un refrescante baño.

Nuestros siguientes anfitriones fueron la comunidad indígena Bribri. Desde la localidad de Bambú partimos en sus artesanales canoas río arriba por el río Yorkín, frontera natural entre Costa Rica y Panamá, hasta llegar al poblado.

Compartimos tres maravillosos días de vivencias con esta comunidad descubriendo su forma de vida y costumbres, su entorno selvático, creencias y ritos.

Cruzamos la frontera con Panamá por el singular puesto de Sixaloa, desde allí nos trasladamos en bote hasta nuestro hotel en Bocas de Toro donde disfrutamos de bahías, playas y del peculiar ambiente caribeño durante otros tres días.

Volamos hasta Ciudad de Panamá para visitar Panamá la Vieja, para conmemorar el quinientos aniversario de su fundación en 1519, la primera ciudad del litoral Pacífico, capital de Castilla del Oro.

Y como colofón a este viaje transoceánico, pudimos contemplar el imponente y majestuoso Canal de Panamá y descubrir todos sus secretos en su espectacular museo.